

Hace un mes, llegué tarde a casa del trabajo, sobre las once. Y mi mujer no estaba. La llamé y me dijo: “Oh, todavía estoy en el trabajo”. Pero eso era raro para ella; nunca sale tan tarde. Entonces, sigue sucediendo. Una noche, me levanto a buscar un vaso de agua y la encuentro en la sala, llorando a mares. Trata de disimularlo, diciendo que son las hormonas del embarazo (está de 7 meses). Pero había algo que no encajaba. No podía quitarme la sensación de que saliera tan tarde y volviera tan alterada. Así que eché un vistazo a su teléfono. Dios mío. Mi corazón estaba destrozado. Mi mujer me estaba ocultando que
…no estaba trabajando horas extra, ni viendo a otra persona, como me temía. Descubrí en los mensajes que llevaba semanas asistiendo en secreto a un grupo de apoyo para futuras madres con embarazos de alto riesgo.
En los chats, su nombre aparecía varias veces compartiendo su historia: “No quiero preocupar a mi esposo. Él ya trabaja demasiado. Pero el médico dijo que hay una posibilidad de complicaciones, y estoy aterrada”.
Me quedé helado. Ella estaba cargando con todo ese miedo sola, llorando en silencio en las madrugadas para no despertarme.
Cuando la confronté, al principio se puso rígida, pensando que estaba enfadado. Pero me derrumbé delante de ella, abrazándola, y le dije:
—“No puedo creer que hayas pasado por esto sin mí. Soy tu marido, deberías apoyarte en mí, aunque me rompa en mil pedazos lo que escucho”.
Ella se soltó en llanto otra vez, pero esta vez contra mi pecho, repitiendo que solo quería protegerme.
En ese momento supe que mi “locura” no era por celos ni sospechas… era por el dolor de ver a la persona que amo sufriendo sola cuando deberíamos estar juntos en todo.
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