Una mujer de 60 años acudió a una entrevista de trabajo para convertirse en programadora: todos comenzaron a reírse de ella hasta que descubrieron quién era realmente.

Una mujer de 60 años acudió a una entrevista de trabajo para convertirse en programadora: todos comenzaron a reírse de ella hasta que descubrieron quién era realmente.😱 😱

En una de las oficinas más grandes y prestigiosas de la ciudad, se abrió una vacante de programador. El proyecto era de gran envergadura, internacional, con un excelente salario y oportunidades de crecimiento profesional. La empresa anunció una jornada de entrevistas abiertas. Todos podían participar: desde recién graduados hasta especialistas con experiencia. Lo principal era el conocimiento, la ambición y la pasión por la profesión.

Temprano por la mañana, candidatos jóvenes y seguros de sí mismos se reunieron en el pasillo frente a la sala de entrevistas. Algunos portaban portafolios nuevos, otros vestían trajes impecablemente planchados. Hablaban de algoritmos, casos, proyectos anteriores y, por supuesto, soñaban con la victoria.

Y entonces… ella apareció en el pasillo.

Una mujer de unos sesenta años, con un estricto traje negro, cabello blanco pulcramente peinado y un maletín de cuero, pasó tranquilamente entre las miradas de sorpresa y se sentó al final de la fila.

Al principio, hubo silencio. Luego, susurros.
— “¿En serio? ¿Quién la va a contratar?”
— “¿Programadora? ¿A su edad?”
— “¿Es broma?”
— “Me pregunto si siquiera recuerda cómo encender una computadora…”

Algunos sonrieron abiertamente, otros registraron historias y algunos incluso hicieron algunos comentarios sarcásticos en voz alta.

En ese momento, nadie podía imaginarse quién era realmente esta anciana. La historia completa está en el primer comentario, pero queremos saber tu opinión: ¿es cierto que después de los 60 no tiene sentido trabajar en estos campos?👇👇

Pasó el tiempo. Comenzó la primera parte de la entrevista: la grupal. Todos los candidatos fueron invitados a una sala espaciosa. Allí, los representantes de recursos humanos y la mujer del estricto traje negro ya los esperaban… la misma.

Uno de los candidatos no pudo contenerse:

—Disculpe, ¿ella también va a hacer la entrevista? Este es un puesto técnico, no un club de aficionados…

En ese momento, uno de los gerentes de recursos humanos se puso de pie y anunció con calma:

— Buenos días. Soy el jefe de Recursos Humanos. Y ella es mi asistente. No es solo una candidata, forma parte de la prueba de hoy. Nuestra empresa valora la profesionalidad, pero sobre todo, la humanidad. Hoy observamos atentamente cómo se comportaron en el pasillo, cómo reaccionaron ante una persona que no cumplía con sus expectativas.

Pausa.

—¿Y sabes qué? Si no eres capaz de respetar a alguien diferente a ti —en edad, apariencia o experiencia—, no podrás trabajar en un equipo donde la comprensión, el respeto y la tolerancia son importantes. Porque no solo creamos productos de TI. Creamos cultura.

Silencio. Incómodo. Pesado.

Solo tres del grupo avanzaron. Los que saludaron a la anciana, le cedieron el asiento y no se permitieron ni una sola palabra despectiva.

Los demás salieron de la habitación con la cabeza gacha, dándose cuenta por primera vez de que la verdadera prueba no comenzaba con la primera pregunta, sino con la primera mirada al pasillo.

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