El marido dejó a su esposa embarazada con su madre para desenterrar patatas mientras se iba de vacaciones: pero lo que ocurrió un día en el jardín conmocionó a los vecinos.

El marido dejó a su esposa embarazada con su madre para desenterrar patatas mientras se iba de vacaciones: pero lo que ocurrió un día en el jardín conmocionó a los vecinos.

El hombre siempre había soñado con el mar. Cuando su esposa quedó embarazada y los médicos le prohibieron volar, ella ingenuamente creyó que su esposo se quedaría a su lado. Pero un día él le dijo fríamente:

—Ya compré los boletos, ¿para qué malgastar el dinero? Iré sola, y mientras tanto puedes ir al pueblo de mi madre y ayudarla con las tareas.

La mujer no sabía qué decir. Tenía seis meses de embarazo y la espalda le dolía con la más mínima flexión, pero no se atrevió a discutir.

El marido se fue de vacaciones y a ella la enviaron a casa de su suegra, a un pueblo donde el baño estaba detrás del cobertizo, el agua estaba fría y el único “descanso” era trabajar en los parterres del jardín.

Todas las mañanas la suegra preparaba una sopa, colocaba un cuenco delante de ella y decía secamente:

—Primero trabaja, luego come.

La mujer embarazada salió al campo y pasó largas horas en la tierra. Por las noches soñaba con el mar, no porque hubiera estado allí, sino porque su esposo se había ido. Le envió fotos desde la playa. Un breve texto: «Estoy descansando, tal como dijiste».

Ese día, la esposa estaba cavando patatas. Lo llamó, pero él no respondió.

Pero lo que ocurrió ese día en el jardín conmocionó a los vecinos 😱😱Continuará en el primer comentario👇👇

Un día, en el jardín, se sintió repentinamente mareada. Cayó de rodillas en el barro, jadeando. La suegra salió al patio, la miró y le dijo secamente:

—Estás embarazada, no enferma. No hay tiempo para holgazanear, las patatas no se desentierran solas.

La mujer intentó levantarse, pero le fallaron las fuerzas. Y entonces sucedió.

Un vecino que pasaba vio a la mujer embarazada caer de bruces al suelo. Gritó y pidió ayuda. Los vecinos corrieron, la levantaron y la llevaron a un coche.

En el hospital los médicos dijeron algo terrible: sólo un poco más de tiempo y el bebé no habría podido ser salvado.

Desde entonces, en el pueblo, todos evitaban la casa de la suegra. Nadie podía perdonarla por llevar a la embarazada a tal sufrimiento. Y el esposo, al regresar del mar, encontró a su esposa en la sala del hospital, con los ojos ya sin amor.

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